Hacer ejercicio físico siempre es bueno para el cuerpo y la mente, siempre y cuando se haga con cuidado y a ritmo pausado. Así, para determinadas edades se recomiendan algunos ejercicios concretos suaves para seguir realizando gimnasia pero sin dañar articulaciones o para personas con menor capacidad de movilidad.
Así, los profesionales recomiendan realizar ejercicios en el medio físico del agua: Natación, aquagym, aquaterapia, etc. En todo caso, ejercicios que estén adaptados a las necesidades y posibilidades de cada persona. Un ejemplo claro es el que hemos realizado en nuestra residencia de Granada con el curso de aquaterapia (acuaterapia), del que todos los residentes participantes han quedado muy satisfechos y están esperando repetir la experiencia.
Desde realizar unos largos en la piscina, a mover suavemente las articulaciones, estiramientos en el agua... Todo es más sencillo si se realiza en este medio natural, y sus beneficios son numerosos. Este tipo de ejercicios han derivado a una técnica: la acuaterapia, que es un programa personalizado de acuerdo con las necesidades de cada paciente, por lo que su duración es determinada por esto mismo.
La acuaterapia está recomendada para mejorar la fuerza muscular y la flexibilidad, además puede ser estimulante y contribuir a disminuir el dolor que puedan generar algunas patologías; y suelen estar dirigidas (debería ser así) por fisioterapeutas o personas especialistas en acuaterapia.
Entre los beneficios que posee la acuaterapia, fisioterapia acuática, destaca que se alcanza un efecto más rápido del que se alcanzaría con un tratamiento en seco. Asimismo, al realizar ejercicios acuáticos se involucran más partes del cuerpo; y produce un efecto placebo, sobre todo en personas que padecen de cualquier tipo de trastorno nervioso como ansiedad, depresión o estrés. El trabajo en un medio tan sumamente relajante, hace que su sensación disminuya y se produzca una relajación general. Son actividades adaptables a todo tipo de patología.
Y una de las cosas más importantes es que existe un escaso o nulo riesgo de caídas y lesiones.
Para practicar las terapias acuáticas no es necesario saber nadar.